Carmen Peña ha empleado diferentes técnicas en las colecciones que ha pintado hasta el momento. Según ella misma afirma:
“Soy inquieta por naturaleza y me gusta utilizar muchas técnicas diferentes en mi pintura. Pero al final casi toda mi obra gira en torno a los mismos temas: la figuración, las personas que expresan lo que sienten. Las diferentes técnicas me permiten sobre todo dar la fluidez que quiero a mis obras en sus movimientos, en su expresión, ya que muchas veces los sentimientos implicados son fuertes, intensos, y las figuras se retuercen en sus gestos. Hay movimientos rápidos, enérgicos y otros más lentos y livianos, y cada uno requiere una técnica específica. Por ejemplo, en los Saurios la técnica de collage era la más indicada y atrevida.
En Cuerpos Elementales, el acrílico sobre papel era lo que me permitía expresar el primitivismo de los personajes, su manifestación más elemental e instintiva.
En la colección Trazos Líricos las pinturas ilustraban poemas muy intensos, que requerían de una actuación rápida, sin que se perdiera el instante del sentimiento provocado por los versos. Las técnicas empleadas son pues las que permiten expresar la rapidez y fluidez de lo sentido durante la lectura.
Sin embargo, la colección Entre la Idea y la Materia es un conjunto de obras en las que predomina la reflexión y la meditación acerca de la obra de Miguel Ángel. Además, las pinturas debían corresponder con el pensamiento del genial artista, que en algunos momentos se vuelve oscuro y retorcido.
He ido pintando los temas que me han apasionado, por lo que he ido cambiando rápidamente, aprendiendo y probando nuevas técnicas que se adaptaran a mis nuevas necesidades. En este tiempo, he ido experimentando con técnicas y soportes, pero al final hay unos límites, no hay infinitos materiales que se pueden emplear. Lo que cuenta al final es ir reutilizando lo que ya has utilizado alguna vez. En ocasiones he encontrado límites de expresión de sentimientos: tengo algo en la mente pero soy incapaz de transmitirlo con los medios que tengo a mano. Me sucede sobre todo con los movimientos que trato de expresar, necesitaría soportes en cuatro dimensiones para llegar a lo que quiero. Hay veces que quiero incluso romper el lienzo, como puedes hacer por ejemplo con el papel. El papel como soporte me encanta, me fascina, me da una libertad que no me da el lienzo, mentalmente le doy poco valor y me siento más libre para hacer lo que quiero con él, incluso para estropearlo. Los bocetos casi se vuelven obras completas, cuando los paso al lienzo casi nunca quedan igual, con la fuerza con la que los hice”.
